Rafael Azcona. Los espejos negros (Eduardo Rojas, 2008).pdf
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Rafael Azcona. Los espejos negros
Eduardo Rojas
Revista El Amante Cine
rojasec@fibertel.com.ar
Resumen
Rafael Azcona como un escritor en imágenes. Contrafiguras de la España oficial durante el
franquismo. Ecos de una identidad milenaria.
Palabras clave: España – posguerra – cine y escritura – Rafael Azcona
I.
“Consejos a un nieto imbécil”
Querido nieto: Acaba de decirme tu padre lo que hiciste el domingo: darle a un pobre los
cinco duros que tu mamá, a costa de algún fuerte sacrificio, pone a disposición tuya cada día
festivo para que quedes bien en las reuniones sociales a las que concurres. ¡Imbécil entre los
imbéciles! ¿Te parece bonito lo que hiciste?
La caridad es algo muy distinto a lo que tú pareces creer, pequeño mentecato. Debemos
socorrer a los pobres, sí, porque para eso están, pero no debemos corromperlos con unas
dádivas escandalosas. Al pobre hay que darle una peseta (antes eran diez céntimos, pero
hay que tener en cuenta que la vida ha subido), y eso, sólo en las épocas propicias, como por
ejemplo son las de los fríos y, preferentemente, la de Navidad. Darle a un pobre una peseta
de cara al verano ya es estúpido, pues el verano es una estación en la que el pobre puede
vivir perfectamente con cualquier cosa que se encuentre en la basura y con el sol que la
Naturaleza le regala generosamente. Dársela en Navidad es distinto, pues aparte de que
hace frío y puede perecer helado lo que nunca nos perdonaríamos las personas caritativas,
también él tiene derecho a celebrar tan hermosa fiesta con turrones y otras chucherías.
Y tú le has dado a un pobre cinco duros en pleno mes de junio. ¿No te da vergüenza ser tan
redomadamente botarate? ¿Qué quieres, idiota? ¿Que el pobre viva en la abundancia y se dé
a la molicie, trastornado así el orden social? O, ¿acaso pretendes que con ese pequeño
capital comience a especular y a hacer negocios?
Recapacita, absurdo joven: si ese pobre se da a la molicie caerá en la vorágine de los vicios;
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si se lanza a la especulación y a la vida de los negocios dejará sin pan a alguna honrada
familia consagrada a esta actividad desde hace siglos, y la prole de esa familia no podrá
terminar sus estudios de bachillerato. En cualquiera de los dos casos tú serías el
responsable.
Anda, anda, deficiente mental; dale al pobre su peseta en invierno, y preferentemente en
Navidad, y déjate de justificarte diciendo que le diste los cinco duros porque te inspiró mucha
compasión. Los pobres están acostumbrados a sus calamidades, y si los sacas de ellas
alegremente quedan estupefactos, enferman y quién sabe si hasta mueren de nostalgia por
su perdida miseria. Te besa tu abuelo, que como no te reformes te va a romper el alma con
un bastón”. (1)
II.
Este texto, publicado por la revista satírica española La Codorniz durante la década
del 50, fue escrito por Rafael Azcona bajo alguno de los seudónimos que entonces utilizaba
para ello: Arrea, Profesor Azconovan o Repelente.
Repelente también pudo resultar a algunos su contenido; o quizá cruel, impiadoso,
salvaje; cualquiera de estos adjetivos pudieron caberle y Azcona, estamos seguros, hubiera
estado satisfecho con ellos. Pero lo más importante es que este texto podría haberlo escrito
alguno de los personajes de Plácido, la obra maestra que Luis García Berlanga rodaría en
1961 con guión de Azcona. García Berlanga había escrito un esbozo sobre una idea propia
que llamó Siente un pobre a su mesa, Azcona se incorporó más tarde al proyecto, tan
parecido a aquel artículo escrito durante su época de bohemio recién llegado al Madrid
franquista. La coincidencia entre el juvenil texto azconiano y el guión de Berlanga es
producto del azar pero también de una fraternidad espiritual que se mantuvo a través de los
años y tuvo como resultado una serie de obras maestras de la que Plácido es el momento
más alto. Pero es también una muestra de la coherencia azconiana, la de este riojano que
acaba de morir, uno de los últimos grandes viejos del cine español, el hombre que comenzó
escribiendo poemas en Logroño, que fue novelista en Madrid y que, afortunadamente y por
una casualidad llamada Marco Ferreri, llegó al cine como guionista para transformarse en el
mejor escritor de películas del cine español y uno de los más grandes de toda la historia del
cine mundial.
¿Cuáles fueron las cualidades que le dieron a Azcona este rótulo? Repitamos lo de
la coherencia. El joven que escribía sus notas satíricas medio muerto de frío y hambre, a
centavo por página, era un observador implacable, dueño de la misma mirada navajera que
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el anciano ya gratificado y reconocido en vida como el más grande en lo suyo. Rafael
Azcona siempre fue el mismo, el dueño de una escritura seca y salvaje en la que el humor y
la crueldad van juntos de una forma que sólo él, un español, podía combinar. Y si aclaro lo
de español es porqué como dijo García Berlanga, él mismo y Azcona no hacían humor
negro sino humor español; “El humor negro es de ingleses” decía Berlanga, y agregaba:
“…lo que siempre ha estado latente es la picaresca española. Todo señor que en España
escribe, y escribe con cierta intención de diseccionar a los españoles, o sea, de diseccionarse
a sí mismo, tiene que recurrir con fuerza a esto que se ha llamado humor negro. Pero es que
España no es nada más que esto. Y desde Quevedo a Buñuel, pasando por Goya y Solana,
España se mostrará siempre igual…” (2)
Y este señor que diseccionó a España, lo hizo con una navaja del mejor acero, español
desde luego, templado en los nombres y los géneros mentados por Berlanga: Quevedo,
Goya, Buñuel, la picaresca, y desde luego el esperpento, ese espejo cóncavo que, según
Valle Inclán, reflejaba a los héroes clásicos para deformarlos, destruir su belleza y reflejar
después el absurdo de la vida.
Un espejo cóncavo y una navaja, como la que Luis Buñuel empleó en El
perro
andaluz para cortar un ojo y esparcir sus humores por el mundo; otra forma de belleza la de
Buñuel, también salvaje pero valorada (a pesar de Buñuel) como muestra de la alta cultura
por su adscripción expresa al surrealismo. Azcona en cambio, lejos de cualquier manifiesto
estético, sentado frente a una mesa de café madrileño, o compartiendo largas jornadas de
comidas, charlas y alcoholes con sus amigos, espejó y deformó la realidad española,
transformándola en otra materia nueva, más desesperanzada pero más humana.
Para llegar a esa forma de conocimiento a través de la crueldad, sublimada por el
arte, Azcona se situó él mismo antes que nadie frente a las concavidades del espejo. Su
talento no le permitía la vanagloria de creerse distinto, un héroe clásico carente de
deformidades. Es Azcona el pobre conductor de un motocarro obsesionado por levantar un
pagaré en Plácido, y es el servil organizador de la fiesta que arruina sus bronquios para
complacer el amable despotismo de sus suegros, y es su novia, cándida niña pueblerina
deslumbrada por las falsas estrellas de Madrid, joven vieja condenada a una vida gris, y es
el pobre que muere negándose a aceptar los sacramentos, y es cada uno de los ricos,
satisfechos y ridículos, todos dispuestos a sentar a un pobre en su mesa navideña para
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saltear el temor a un poder innominado que vigila y castiga, cierto que con distinta vara, a
pobres y ricos; y es a un tiempo el novel verdugo culposo y el veterano colega cínico de El
Verdugo, y es Ana y cada uno de los lobos que la someten en el film de Saura, uno de
tantos directores que se beneficiaron con su talento y que licuaron sus carreras cuando
Rafael dejó de escribirles sus guiones.
Y siguió siendo el mismo cuando retomó en Italia, que vivía el pleno esplendor de la
commedia alla italiana, su colaboración con Marco Ferreri, el otro gran interlocutor artístico
de Azcona junto con Luis García Berlanga. Si hacía falta una muestra de que el talento
español de Rafael Azcona era también universal, su trabajo en Italia, en Francia, incluso en
Argentina, pero en especial el que hizo con Ferreri, fue la mejor de ellas; obras maestras
como La última mujer, La gran comilona y La mujer mono llevan impresa la huella digital de
Azcona (Ugo Tognazzi desfilando hacia el altar del brazo de la mujer barbuda, que va
cantando La novia de Antonio Prieto es toda una síntesis de su mudo tragicómico, la extraña
burla piadosa que se expande como el eco de una piedra en el agua hasta abarcarnos a
todos en la vergüenza y la risa, hasta transformar el rostro simiesco en una foto universal).
Genio y figura, Azcona siguió siendo el primero en la fila a la hora de ejercitar su
inigualable humor. En sus últimos días de vida, visitado por su amigo más próximo de los
últimos años, el cineasta José Luis García Sánchez –a quien todo el ambiente
cinematográfico español conoce como Pepe, pero al que Rafael, pese a la intimidad nunca
había dejado de tratar como José Luis le preguntó:
José Luis ¿Puedo llamarte Pepe en adelante?
Por supuesto Rafael ¿Pero por qué lo haces recién ahora?
Pues, porque con esto del cáncer de pulmón no puedo andar desperdiciando el aire.
Navaja seca en la propia carne moribunda, espejo cóncavo sobre el propio rostro
deformado; absolución luego para ejercer la risa cruel sobre el prójimo, convite de obligada
aceptación a conocerse a sí mismo, a conocer a España, su aldea, y desde allí el mundo.
III.
España es un país de cimas y planicies, mesetas en las que crecen abruptas las
montañas; en unas y otras, colgadas de lo alto o irrumpiendo a golpe de hacha en el
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camino, brotan las ciudades y los pueblos, incrustadas en el paisaje, pura voluntad humana,
esfuerzo, vocación de igualarse a las montañas como si fueran la encarnación en piedra de
un gigante goyesco. Entre estas cimas y planicies, en estos pueblos recortados en el paisaje
se generó un logro todavía inigualado: en España lograron convivir los tres dioses que
amasaron la conciencia occidental: el de los católicos, el de los judíos y el del Islam. Hubo
un breve tiempo histórico en que los tres pueblos convivieron en paz en la Península. La
huella de esa alianza alimentó el genio de esta España mixta. Después se impuso el mito de
la pureza y aquella utopía de la convivencia ya nunca se repitió, no sólo en España sino en
ningún otro lugar del mundo. La espada y el fuego, la metralla y las bombas sobre aquella
aldea que recordamos en el sombrío blanco y negro picassiano. España que se cierra detrás
de los Pirineos. España que se quiere pura pero que oculta bajo su superficie, como las
serpientes legendarias que reptan bajo el suelo de la catedral de Toledo, el nutriente de su
mezcla: celtas, romanos, judíos, musulmanes, cristianos. Ríos subterráneos recorren la
oscuridad de la historia y brotan a veces como chorros de vapor hirviente: comuneros,
bandidos rurales, marranos, legiones fuera de la ley que se echan al monte. Fuerza oculta
que explota aquí y allá, de vez en vez, y choca e inevitablemente se mezcla con la otra
España. Mezcla negada que genera a esos hombres duros y sensibles, atravesados por una
piedad oculta. Mezcla de la que nacen los Cervantes, los Quevedo, los Goya, los Buñuel, los
Almodóvar, y los Azcona. Esta es la madre que parió el espejo cóncavo y la navaja cruel y
sabia. El choque entre aquella España plural y la otra que se quiso pura parió el absurdo, el
salvaje escalpelo humorístico que alimentó la memoria histórica de Rafael Azcona, la fuente
de su humor esencial que sólo convocaba imágenes y palabras precisas, y cito otra vez a
Luis García Berlanga:
“Yo no llego al extremo de nuestro genial Rafael Azcona, que dice que el día en que los
productores se enteren de que se puede prescindir de la película la gente entrará igual en los
cines: las parejas para besarse, los frioleros para guarecerse o bien para consumir aire
acondicionado en verano, que entonces –dice se nos habrá acabado nuestro timo cotidiano”.
(3)
Espejos y navajas, instrumentos del arte español: el naturalismo, el surrealismo y
desde luego, la omnímoda presencia del Quijote diciendo: “…todos estamos solos y, al final
de cuentas, sólo tenemos nuestro reflejo en el espejo…”. (4)
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Plik z chomika:
Hawkmenblues
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El paraíso ibizenco y Rafael Azcona (Juan A. Ríos Carratalá, 2008).pdf
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Antes que el guión. Sobre Estrafalario 1 de Rafael Azcona (Raquel Macciuci, 2001).pdf
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El último guión de Rafael Azcona (Juan Antonio Ríos Carratalá, 2008).pdf
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Dispositivos técnicos y técnica estrafalaria. (Raquel Macciuci, 2008).pdf
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Entrevista (Laura Tenorio, 2006).pdf
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